lunes, 17 de junio de 2013

DISCULPAS AL DIVINO FEMENINO, DE UN GUERRERO EN TRANSICIÓN, -JB-






Me disculpo por mi incapacidad de distinguir al guerrero benévolo del guerrero sin corazón, un reflejo de mi propia confusión al lidiar con los campos de batalla de antaño. Cuando abrí mi corazón demasiado, fui vulnerable al ataque de las facciones enfrentadas. Estaba condicionado a creer que tenía que mantenerme inflexible, concentrado y preparado para cualquier eventualidad, en mi deseo de protegerme a mí mismo y a los demás de un ataque. Pero fui demasiado lejos, y me cerré demasiado, y erradiqué el puente entre nuestros corazones. Ahora lo veo, y lo lamento.

Me disculpo por mi ausencia perpetua, un reflejo de mi propia ausencia interna, de mi incapacidad de conectar desde un corazón atascado por emociones no resueltas, no tenía herramientas para trabajar con ellas. Todavía carezco de muchas de estas herramientas, pero estoy abierto a que surjan.

Me disculpo por mi incapacidad de distinguir relación, de guerra. Como un guerrero en territorio enemigo, entraría y saldría a hurtadillas de tu vida por la noche, saqueando y tomando todo lo que necesitase de forma egoísta, luego me arrastraría de vuelta a la otra orilla del abismo con el botín. Devolvería poco por miedo a volverme vulnerable al atacar. Mi cerebro estaba en guerra y no podía ver el río de amor esperando en la otra orilla del campo de batalla. Ahora reconozco que el amor es el antídoto para el guerrero blindado, pero no podía beber el antídoto mientras conducía.

Me disculpo por no verte, mis ojos estaban cegados por rabia coagulada y lágrimas retenidas. Si sirve de algún consuelo, e imagino que no, tampoco era capaz de verme a mí mismo. Sólo veía lo que servía a mi hiper-vigilancia, a mi atención de guerrero. Mi espejo era un campo de batalla.

Me disculpo por mi materialismo descentrado, por mi poder que conducía a tiranías, por mi obsesión de acumular. De algún modo, imaginaba que la acumulación me protegería a mí y a mis allegados, pero fracasé, no reconocí que eso sólo perpetuaba la locura. También me disculpo por mis abusos egoicos, un reflejo de mi propio ego equivocado, inflado para tratar con un mundo inherentemente competitivo. No podía distinguir el ego sano y seguro de sí mismo del ego fanfarrón e insano. Fui demasiado lejos en la dirección equivocada.

Me disculpo por una sexualidad que trataba a los demás como objetos y estaba desconectada del corazón. Sé que tú añorabas la intimidad real, una fusión de nuestras almas junto con la “autopista corazón-genital”, pero había demasiadas defensas alrededor de mi corazón y ningún puente pudo formarse entre nuestras almas. Hubo momentos en los que tus cariñosas maneras me liberaron de las máscaras de mi cuerpo, pero no tenía diseño alguno para permanecer en ese fuego del corazón. Lo lamento, porque sé que el camino que añorabas era el camino a Dios.

Me disculpo por mis horrorosos actos de violencia, un reflejo de mi propia rabia coagulada, mi propia incapacidad para distinguir enemigos reales de amigos. No hay palabras que puedan deshacer lo que hice en esos momentos de locura. Lo sé, de verdad. Escondería mi cara por vergüenza, pero eso no haría mejores las cosas.

Necesito reconocer mis delitos y luego encontrar un modo de creer en mi capacidad de moverme desde un sitio de más amor. Convoco a los otros guerreros masculinos a ser responsables de las acciones de nuestro género, no de una manera de auto-odio, sino de manera que sea valerosamente auto-honesta y genuinamente compasiva. El guerrero sincero (que siente su corazón) admite el error de sus maneras y tiene el coraje de hacer todo lo que puede para enmendarlos con el tiempo.

Me disculpo por mi incapacidad para desarrollar una relación consciente. Tenías razón con tu hermoso corazón en la mano, pero yo estaba demasiado apegado a mi individualismo y tenía miedo en este terreno desconocido. Conozco muy bien los bosques, el mercado y los caminos del mundo exterior, pero mi geografía interna es extraña para mí. Me llamaste a un lugar al que no estaba preparado para ir, aunque sentía que bajo de la superficie de mi bravata, me llamabas a casa.

Estoy agradecido por tu buena disposición a creer que quien yo era en aquellos raros momentos de vulnerabilidad, era mi yo real. Tenías razón –mi yo real vive dentro de mi corazón- pero unos pocos momentos aquí y allí era todo lo que podía manejar. Te vi como peligrosa, porque en tu presencia empecé a saborear una forma de ser entregada. No obstante, tu fe en mi bondad me mantuvo en muchas batallas y restauró mi fe en la vida cuando más lo necesitaba. Tú eras la luz al final del túnel brutal, y me siento bendecido.

Estoy agradecido de que permanecieras junto a mí en las buenas y en las malas ocasiones, y también entiendo aquellos momentos en los que tuviste que rendirte y marcharte. Ahora reconozco que hay una diferencia importante entre una relación de amor y una relación. El amor solo no es suficiente. Sin una disposición compartida de llegar a ser más conscientes, sólo puede haber frustración. Muy a menudo yo era imposible, dependiente de mi inconsciencia como un soldado depende de sus armas. Reconozco el valor que te tomó mantener tu corazón abierto en presencia de mi resistencia. Tenías todo el derecho a buscar una auténtica relación, porque tu espíritu se encendía en su presencia. Tu hermoso corazón tenía todo el derecho a ser encontrado abierto y dispuesto. Estoy agradecido por el tiempo que me diste, momentos de respiro desde los lugares ocultos que yo, equivocadamente, llamaba hogar.

Estoy agradecido por la Abuela (Grandmother: gran madre), porque nadie vio mi ternura más claramente. Estoy agradecido por la Madre, por elegir traerme a la vida y por nutrir mi cuerpo hasta que pude ponerme de pie. Estoy agradecido por la Madre Tierra, por enraizar mi expansión y darle vida a mi espíritu. Estoy agradecido por la Divina Madre, la Madre real de todos nosotros. Ahora siento su divina presencia, muy cerca. Ferozmente compasiva, siempre estuvo justo aquí, trayéndome vida, manteniéndome a salvo. Me siento en su regazo cuando me alienta.

Espero el día en que la única cosa que encienda la relación sean dos almas llamándose una a la otra, dos almas-corazón latiendo en la misma dirección, un susurro de añoranza que sea el puente entre una esencia y la otra. Quiero desearte no para gratificar mi ego, no porque seas bella por fuera, sino porque tu misma presencia invita a salir a mi ser-Dios fuera de su escondite. Quiero acariciarte con mi corazón en la palma de la mano, conocer la química entre nosotros que no se identifica con ningún género, sino que tiene su fuente en la esencia, amor lava líquida fluyendo desde el corazón a los genitales al gran más allá. En este mundo entusiasmado-por-amor, la relación siempre será experimentada como práctica espiritual, una expresión devota de nuestro ser-Dios.

Siempre he creído que es imposible mantener la sensibilidad en un mundo violento. Aunque en este momento me siento sensible pero sin fragilidad. Todavía llevo la armadura pero hay un cambio en la dirección de mi intensidad. Puedo quedarme en el espacio-corazón un poco más de lo que pude una vez, me estoy suavizando en algunos sitios. Después de tantas vidas con un arma en la mano, un guerrero con ternura está siendo dado a luz en el núcleo de mi ser. Está confuso, pero intuitivamente sabe que éste es el camino a casa.

Por favor, no te des por vencida conmigo o con mis compañeros guerreros. Perdona nuestras faltas, o, al menos, permanece abierta a la posibilidad de que cambiaremos cuando la estela se expanda para encontrarse con el cambio de nuestra intención. Llegará el día en que nuestro espíritu guerrero pierda su borde violento y se alinee con la acción benévola. Algunos de nosotros estamos ya aquí, y muchos más de nosotros vendremos. El camino de la transformación depende de un puente entre los géneros (masculino, femenino) un puente benévolo que celebra nuestras diferencias con respeto y amabilidad. Ése trabajo debe empezar con la sanación de las grietas a lo largo del continuum de género, trabajando duro para sanar el corazón colectivo hasta que un día podamos estar de pie para siempre sobre un puente que cruce, tomados de las manos juntos, corazones abiertos y ardiendo, abrazando al sagrado masculino y al divino femenino viviendo en el corazón de todos nosotros. Me encontraré allí contigo.

Ojalá sientas el amor de la Madre Divina batiendo en tus orillas sinceras, elevándote graciosamente por encima de la locura del mundo, acunándote en los agradecidos brazos de aquellos a quienes has nutrido. Aquellos de nosotros que hemos recibido tus bendiciones quizá no las hayamos reconocido siempre, pero tus actos de amor han aterrizado con nosotros, criándonos más fuertes e infundiéndonos con la luz del amor. Gracias.

Jeff Brown.

Traducido por Mayte Abad-Morente (8mayte@gmail.com)
http://www.spiritofmaat.com/spanish/may11/divine_feminine.html

Sobre Jeff Brown:
Jeff Brown, psicoterapeuta y antiguo abogado criminalista, es el autor de “Soulshaping: A Journey of Self-Creation” (Dando forma al Alma: un Viaje de Auto-Creación), recientemente publicado por North Atlantic Books. Promocionado por los autores Elizabeth Lesser and Ram Dass, “Soulshaping” es la autobiografía de Brown: un documental sobre su viaje desde el arquetipo del guerrero masculino a un camino más entregado. Pueden ponerse en contacto con su trabajo en: www.soulshaping.com

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